XXII Cicloturista Perico Delgado 2015

15 de agosto de 2015

(15-08-2015)


La “Perico 2015”, pedaleando por la Sierra de Guadarrama


Crónica Juan Manuel Ruiz, en primera persona.

Juan Manuel y el amigo Javi

Tras varios años dedicado a la bicicleta de montaña, hace poco más de un año me hice con una bicicleta de carretera, una “flaca” como se suele denominar en el argot. Ya me habían avisado que el ciclismo de carretera engancha, incluso más que el de monte, “sobre todo para ti, que te gusta dar pedales”, me habían dicho…

Y era cierto; desde el verano pasado he venido combinando la bici de montaña, la de carretera y algo (no mucho) de carrera en asfalto y por el monte, pero fuera por la novedad o por lo que sea el ciclismo en ruta me ha resultado un gran descubrimiento.

De este modo ya empezaba a ser hora de graduarse en un “Gran Fondo” (una ruta de más de 150 km con varios puertos de montaña). Aunque la fecha no era muy propicia (mediados de agosto), la opción que me pillaba más a mano era la “Perico”, relativamente cerca de casa y por carreteras y puertos conocidos, de modo que “tiré pa’lante” y a pesar de no haber podido realizar una preparación previa demasiado específica, me inscribí en la prueba.

En principio la representación de GP-Phi Polideportivo iba a estar encabezada por el amigo Isidro, con el que por diversas circunstancias aún no he podido compartir pedaladas sobre el asfalto, amén de que hace ya casi un año no tengo el gusto de coincidir con él en prueba alguna. Pero la mala suerte quiso que hace un mes tuviera el accidente por todos conocido, que obviamente daba al traste con su participación. Así que el esfuerzo del pasado sábado va por ti amigo; sin duda pronto te tendremos de nuevo danzando por carreteras, caminos y sendas.

De este modo, en compañía de mi amigo y compañero Javi (tercer integrante del equipo GP-Phi que completó la Titán de la Mancha 2014), y junto a otros 2.200 ciclistas tomábamos salida el sábado poco después de las 8 de la mañana a los pies del Acueducto de Segovia. La “Perico” es una ruta de 163 km (los primeros 11 neutralizados hasta La Granja), que transcurre por la Sierra de Guadarrama, con tres puertos de primera categoría (Navacerrada, Morcuera y Navafría) y uno de segunda (Canencia), y más de 3.300 m de desnivel de subida acumulado.

Por suerte la climatología resultó benigna y el refresco general de los últimos días hizo que tomáramos la salida con unos muy agradable 14 grados, una temperatura ideal para practicar deporte, que obligó incluso a equiparnos con manguitos. Sabíamos que la ruta se podía hacer indigesta, sobre todo al final, de forma que nos tomamos el comienzo como diría el amigo Ramón “guardandillo”… Hicimos una subida a Navacerrada cómoda y sin forzar, enlazando ruedas de distintos ciclistas y grupetas hasta llegar a lo alto del puerto a 1880 m de altura, donde la temperatura ya era claramente fresca. Saqué el cortavientos y con tranquilidad, a ritmo llevadero pero sin pausa, recorrimos los 7 km de ligera bajada hasta el puerto de Cotos, a partir del punto en el que ya comienza el descenso en sí hasta la localidad de Rascafría, bajada larga y rápida sin apenas dificultad salvo un par de curvas a izquierda donde es preciso frenar y negociar bien para no salirse del asfalto.

Una vez en Rascafría, el cortavientos regresó al bolsillo para acometer el falso llano que conduce a las primeras rampas de la Morcuera, un puerto largo pero bastante tendido, en el que las rampas más duras se concentran en los dos primeros km y en el décimo, dos antes de coronar. Igual que en Navacerrada, nos lo tomamos con relativa calma, y sin sufrir demasiado alcanzamos el primer avituallamiento de la ruta en el km 65, poco antes de llegar a lo alto del puerto, en unas dos horas y media desde La Granja, y con dos de los cuatro puertos de la jornada ya resueltos.

Breve parada para reponer líquidos, meter una barrita entre pecho y espalda, y tirar pa’bajo hacia Miraflores. Se trata también de un descenso rápido, cómodo y con buen asfalto que hicimos sin arriesgar y ya con algo más de tráfico de vehículos (aunque toda la ruta transcurre por carreteras con relativamente poco tránsito, según iba avanzando la mañana la afluencia de coches aumentaba, como es lógico).

Es en Miraflores donde comienza de verdad la marcha; digamos que hasta entonces sólo se ha “picado al toro”, y es a partir de esta localidad madrileña donde comienza la faena. Según se termina el descenso de Morcuera, sin ningún llano de transición, y aún dentro del casco urbano comienza la subida a Canencia, con un rampón inicial de más del 15%, que aunque corto pone a prueba unas piernas que venían sin apenas dar pedales en los últimos 10 km; cambio de plato del 52 al 39, subida de coronas hasta el 27, y a apretar… Tras ese primer repecho el puerto se suaviza, y los siguientes 4 km se hacen ya muy llevaderos hasta llegar a los tres últimos, donde la pendiente media se va otra vez por encima del 7% y toca volver a apretar. Ahí comencé a notar que las piernas llevaban 80 km de ruta y la cosa ya no era igual…

Coronamos Canencia y sin parar en el avituallamiento acometimos la bajada de casi 14 km, los primeros cuatro con cierto desnivel y varias curvas peligrosas y el resto ya en suave descenso, casi un falso llano hasta el cruce con la M-604 que nos habría de llevar hasta Lozoya, donde comenzaba el último puerto de la jornada. Bajando Canencia un compañero tuvo la mala suerte de caer poco delante de nosotros, y aunque sólo es una fracción de segundo lo que tardas en pasar, la imagen de un ciclista tirado en el suelo (ya lo estaban atendiendo), aparentemente inmóvil y sangrando es bastante desazonadora; espero que no fuera grave…

El tramo de 11 km por la nacional hasta Lozoya supone un cambio de ritmo importante, de un desarrollo de descenso (52×12) a un falso llano en ascenso (52×21) que a mí particularmente me rompió las piernas, de modo que tras dos o tres km de llaneo exigente sufrí un severo calambre en el muslo izquierdo que me obligó a parar, soltar piernas y estirar un poco. A pesar de haber comido, haberme hidratado bien, de las sales de magnesio y todas las precauciones, los calambres aparecieron de nuevo; es algo que tengo que mirarme…

Afortunadamente me recuperé rápido y en un par de minutos pude de nuevo comenzar a pedalear. Aprovechamos el paso de una grupeta que venía rodando fuerte para engancharnos a rueda y hacer el resto del tramo hasta Lozoya a bastante buen ritmo, antes de comenzar el ascenso al último puerto de la jornada.

Navafría es un puerto llevadero, entre pinares, con bastante sombra y varias curvas de herradura; nunca hay a la vista demasiado tramo de carretera, por lo que psicológicamente no castigua mucho (no hay nada peor que ver el final del puerto, allá a lo lejos, cuando aún quedan varios km de subida…) Aún así, con más de 100 km en las bielas ya todo pesa, y aunque sólo hay un par de km por encima del 7%, a mí personalmente se me hizo muy largo (son más de 11 km de subida).

A esas alturas ya no me sentía nada lozano y hacía ya bastantes km que Javi iba tirando de mí, y frenándose para no dejarme; tengo que agradecerle el gesto. Aunque le dije que tirase a su ritmo, que ya nos veríamos en meta, su sacrificio me ayudó mucho, y sin él desde luego hubiera tardado bastante más rato en llegar a Segovia.

El caso es que por fin completamos la subida de Navafría, paramos a rellenar bidones y de nuevo a bajar, quizá el descenso más complicado de la jornada; carretera en mal estado, estrecha y con mucha aguja de pino en la carretera. Igual que en los otros tres casos optamos por un descenso prudente, además de por seguridad porque a esas alturas yo ya necesitaba aprovechar los descensos para recuperar un poco, aunque fuera a costa de perder algún minuto.

Tras pasar por la localidad segoviana de Navafría, a pie de la ladera norte del puerto, nos incorporamos a la N-110, con 35 km por delante hasta meta; un tramo rompepiernas con continuos “subeybaja” hasta casi llegar a Segovia. Afortunadamente no hacía viento (en esa zona suele entrar de cara) lo que facilitó el rodaje. Comenzamos metidos en un grupo, lo que obviamente permite ir más rápido y con menos castigo, aunque pasados unos km lo dejamos un poco atrás para enlazar con un ciclista que venía de Alcañiz (Teruel), un tipo muy alto y delgado que rodaba a una velocidad muy digna pero que yo aún podía seguir. Fueron dándose relevos entre Javi y él (yo sólo fui capaz de entrar una vez) mientras unos cuantos ciclistas se nos ponían a rueda, aunque no tuvieron la deferencia de dar ni un sólo relevo en los km que hicimos juntos.

A falta de unos 18 km para meta llegó desde atrás otro grupo que rodaba considerablemente más rápido y que nos pasó de forma inexorable. Javi, el de Alcañiz y algunos otros se metieron, pero yo fui incapaz de seguirlos y me fui quedando atrás; “bueno, ya no queda mucho, pensé” y me acoplé con otro par de compañeros con la idea de ir ya tirando como pudiera hasta meta. Sin embargo un par de km después me encontré a Javi parado esperándome (no hacía falta, pero se lo agradecí, desde luego). Ya desde ese punto y hasta la meta a unos 15 km fuimos juntos, acompañados de otro ciclista que se unió a nosotros. A mí me costaba ya un poco seguirlos y Javi se tuvo que frenar en varias ocasiones para no perderme, pero ya con Segovia en el horizonte la marcha estaba liquidada.

La recta de meta era un falso llano con ligera tendencia hacia arriba. Me hubiera gustado apretar y haber entrado volando bajo el arco de llegada, pero mis fuerzas iban ya muy justas a esas alturas, de modo que me limité a dejarme llevar y entrar en meta en paralelo y de la mano de mi compañero; ¡estaba resuelto, otra para el CV!.

En meta el ambiente era fantástico; un bocata, un par de cervezas y una rodaja de melón nos aguardaban como almuerzo y para el reposo del guerrero. Nos quedamos un rato descansando, comiendo y disfrutando del ambiente, antes de emprender el regreso a casa.

Aunque no sea lo más importante, nuestros resultados fueron puestos 1153 y 1154 de 2025 “finishers”, con un tiempo de 6h12′ (tiempo descontando el tramo neutralizado), a 1h45′ del primero. Como detalle, decir que el amigo Perico Delgado, con sus 55 años hizo 16′ más que el primero, ahí queda eso…

En la primera marcha cicloturista de carretera en la que participo, la principal diferencia que he notado respecto de las marchas en MTB es que en general hay más “máquinas”, y poca gente que va “a ver qué tal”. En este sentido el ciclismo de carretera es bastante menos “globerillo”, y se nota en los ritmos, en los tiempos y en la clasificación.

En general contento, aunque con la sensación de haber podido hacer mejor tiempo; en todo caso una marcha que repetiremos sin duda, por ambiente, recorrido y porque además a los madrileños nos pilla muy a mano. Así que si las fechas vacacionales no lo impiden, estaremos de nuevo en la “Perico 2016”, con Isidro y seguro con más GP.

¡Nos vemos en la próxima!

Clasificaciones oficiales:
Más información de la marcha:

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