Crónica III Mosa Peugeot BTT Tabernas Desert. (Almeria)
Juanma Cabrera, en primera persona.
Debut con el club (05-03-2016). Enhorabuena.
Bueno, voy a contar brevemente y de forma amena lo que fue para mí mi primera carrera BTT. Todo empezó con una proposición de mi cuñado, cuya respuesta fue un sí rotundo. En un principio me inscribí a la modalidad de 115 km, porque me hacía ilusión morirme montado en bici. Al final, 4 días antes, me dijo mi cuñado que hiciese la misma modalidad que él, la de 70 km, para hacerla juntos y disfrutar en compañía. Mi respuesta fue un sí (respuesta y salvación).
Llega el sábado por la mañana, y ya estábamos en la línea de meta. El ambiente era muy bueno, muchísimas bicis, miles, incluso millones (es broma, creo que había sobre 300-400 participantes). Comienza la carrera, mi cuñado, unos amigos suyos y yo nos quedamos en la cola, salimos con mucha calma y tranquilidad. Empieza una leve subida, y justo por detrás empiezan a pasarnos un grupo de ciclistas que se suponía que eran la cabeza de carrera, pero hubo algún problema en un desvío y se fueron de fiesta. Nosotros a lo nuestro, despacito y con buena letra. Tan despacito, que, como soy un patán con pedales automáticos, pues casi me caigo por un terraplén, pero bueno, en eso quedó la broma, en una caída cuanto menos graciosa. Después de una leve subida, hay una zona de bajada, con pista muy cómoda, y después nos metemos en una zona de llaneo entre cañones que recordaban un tanto a Clint Eastwood, y mucho a las emboscadas de indios.
Cartel de la jornada deportiva |
Llegamos al kilómetro 18, primer avituallamiento, todo correcto. Hasta este tramo sólo íbamos mi cuñado y yo, el resto iba a su ritmo, unos por delante y otros por detrás. En este tramo empieza la zona conflictiva, unos 15 km de subida, con una media de un 6-7%, aproximadamente. Llegamos a un pequeño repecho, pongo una marcha suave para poder subir, y al dar una pedalada sufro una rotura de cadena, con su consecuente caída. La segunda del día. Lo pudimos solventar más o menos bien, gracias a mi cuñado que tenía un eslabón rápido (muy recomendable llevar siempre uno encima). Solucionamos el desbarajuste y continuamos con la marcha. Empezamos una subida, en bastante buen estado para hacerla en bicicleta de montaña, a un ritmo cómodo. No parábamos de adelantar gente, y llevábamos una buena marcha, pero poco a poco fui perdiendo ritmo, aquella subida era mucha tela para mí, así que aflojo el ritmo, lastrando a mi cuñado, que podía ir bastante mas rápido que yo. Le digo que no puedo más, que me bajo un rato y ando, que llevo las piernas que ya no son mías. Avanzamos andando unos 200 metros, estiro las piernas y nos volvemos a montar, y continuamos la subida. Y aquí empieza la parte que más gracia le hace a la gente: problemas gastrointestinales. Empiezo a notar unos dolores brutales en la tripa, por si no tenía bastante con las piernas. Ya nos quedaba poca subida, pero yo le decía a mi cuñado “oye tío, tira tú y si me quieres esperar espérame arriba que me duele mucho el estómago, que tengo que parar”, a lo que él me respondía “venga, que ya queda poco, si eso ahora se te pasa”. Yo sabía que la parada en boxes era inevitable, así que unos metros después mi cuerpo me dijo con mayúsculas “tienes que parar, machote”. Yo obedecí a rajatabla, aparqué la bici en un lado del camino, y bajé corriendo (un poquito de trail suave) hasta llegar a un lugar seguro donde atender mis necesidades. Una vez repuesto, y ya volviendo a subir al camino, la gente me decía que si estaba bien, a lo que yo respondía “no os precupéis, estaba soltando lastre”. Se reían.
Llegamos a las antenas, la parte más alta de la Sierra Alhamilla, ya habíamos coronado, y ahora a recuperar durante un trozo de bajada antes del avituallamiento. Llegamos al siguiente avituallamiento, rondaría el kilómetro 35 (digo rondaría porque no llevaba cuentakilómetros, yo soy más de “a ojo”), y allí estaban los amigos de mi cuñado esperando. Uno de ellos, Kike, llevaba esperándonos unos 48 minutos, lo que viene siendo un rato.
Nos tomamos con calma el avituallamiento, unos 15-20 minutos, reponemos, hablamos, se echan unas risas a mi costa (“míralo, y que 115 km, jajaja”) y empezamos la bajada y la zona de llaneo. Todo facilito, pistas en buen estado, salvo un pequeño susto que se llevó el amigo Kike marcándose un recto y saliéndose del camino, chocándose contra un terraplén que acabó peor parado.
Acabamos la bajada y un poquito de llaneo, pero llaneo borde, con viento de cara y con caminos llenos de arena, arena parecida a la de playa, la bici se hundía y era inútil pedalear. Ya pesaban los kilómetros, pero ya se le veía al final a la carrera. Al final algunos con calambres, otros con molestias, y otros hasta los coj*nes, especialmente cuando ves así a lo lejos otra subida que no entraba en tus planes. Yo no me podía permitir el lujo de subir aquello montado en la bicicleta, así que opté por pie a tierra y andandito. Después una especie de sube y baja, y finalmente el último avituallamiento , el cual nos lo saltamos pensando “si esto está hecho, ¿a que nos vamos a parar?” porque si nos llegamos a parar nos quedamos unos minutos de relax, y nos encontrábamos bastante bien, además que era una zona muy rápida, con leve bajada, y llaneo. Finalmente una pequeña cuesta y encaramos la meta, que al final resultaron ser 60 kilómetros en lugar de 70, por un problema de paso de fincas a última hora (esos amables terratenientes que en ocasiones ponen las cosas fáciles).
Y esta es mi primera experiencia, y esperemos que no sea la última, en bicicleta y dorsal. Y el debut con el equipo. Nos vemos en la próxima!
0 comentarios